Introducción a Sintra Parte I
Sintra se encuentra en el distrito de Lisboa, a 20 km al NO de la capital de Portugal. El municipio tiene un perímetro de 30 km, y desde la localidad
de Sintra se extiende por la sierra homónima hasta la costa atlántica, en el
cabo da Roca: el punto más occidental del continente europeo.
El
núcleo urbano de Sintra, enclavado en la ladera septentrional, se divide en
cuatro zonas:
Estefanía,
Arrabal, San Pedro y Sintra Vila o casco antiguo. Aquí es donde se encuentra el palacio
Real que domina con sus monumentales chimeneas el paisaje serrano en el que se
suceden otros palacios, iglesias, parques y jardines.
El
conjunto arquitectónico y natural de Sintra fue distinguido como Paisaje
Cultural Patrimonio de la Humanidad en 1995 por la UNESCO. Es un testimonio universal de la
arquitectura y los espacios románticos del siglo XIX.
Se
convirtió en la referencia en Europa con sus palacios, parques y jardines
exuberantes y exóticos y ha sabido conservar su integridad esencial como
representación de diversas culturas sucesivas inspiradas en la literatura y el
arte.
El Palacio Real, el Castillo dos Mouros, los palacios de Monserrate y Regaleira, y
sobre todo, el palacio y el parque da Pena, representan un espacio excepcional
enmarcado por la frondosidad de un bosque que llega hasta el punto más
meridional del continente.
Coronado por dos chimeneas cónicas, el Palacio Nacional de Sintra o Palacio Real es el más importante del país. De origen
musulmán, su trazado se debe a dos etapas que le han configurado como un
monumento ecléctico.
La
primera se hizo bajo el reinado de Juan I, en el siglo XV, y la segunda en el
reinado de Manuel I, a principios del siglo XVI, quien le aumentó varios
cuerpos y enriqueció el interior del palacio.
En su interior varias salas conservan influencias musulmanas como el Terreiro da Meca, el patio de los Cisnes y la sala Árabe. El salón de los Escudos alberga la colección más significativa de mosaicos mudéjares del mundo.
En su interior varias salas conservan influencias musulmanas como el Terreiro da Meca, el patio de los Cisnes y la sala Árabe. El salón de los Escudos alberga la colección más significativa de mosaicos mudéjares del mundo.
En
lo alto de la sierra de Sintra se halla el palacio da Pena. Es un ejemplo
excepcional de la arquitectura romántica portuguesa y se debe al príncipe de
Baviera, Fernando de Sajonia Coburgo-Gotha, esposo de María II.
Se edificó a mediados del siglo XIX sobre las ruinas de un antiguo monasterio de jerónimos. Su diseño es obra del ingeniero prusiano Ludwig von Eschwege. Presenta motivos orientales, torres góticas, detalles manuelinos y renacentistas.
Se edificó a mediados del siglo XIX sobre las ruinas de un antiguo monasterio de jerónimos. Su diseño es obra del ingeniero prusiano Ludwig von Eschwege. Presenta motivos orientales, torres góticas, detalles manuelinos y renacentistas.
En
el interior destaca el retablo renacentista de Nicolau Chanterene, el
mobiliario exótico y el ambiente romántico de sus salas, claustro y capilla.
Además de su valor histórico y museístico, acoge conciertos de música clásica,
exposiciones y recreaciones históricas.
El
palacio está circundado por el Parque da Pena, ideado por Fernando II,
y cuenta con cerca de treinta construcciones y una gran variedad de plantas
exóticas unidas a la vegetación autóctona. En el perímetro del parque están la
fuente de los Passarinhos, la Cruz Alta, el monumento do Guerreiro y la casa de
la condesa d'Edla.
La
silueta del Castelo dos Mouros se alza también sobre estos montes. Su
construcción se remonta al siglo VIII, al principio de la ocupación musulmana
de la península Ibérica. Fue conquistado por Afonso Enríques en 1147, quien
mandó edificar aquí la primera capilla cristiana del concejo; es románica y
está dedicada a San Pedro.
En el período romántico las murallas fueron restauradas por orden de Fernando II, quien dotó sus alrededores con exuberantes espacios verdes. Destacan la cisterna Mora en el interior y el torreón Real.
Enlace a la segunda Parte: Introducción a Sintra Parte II
En el período romántico las murallas fueron restauradas por orden de Fernando II, quien dotó sus alrededores con exuberantes espacios verdes. Destacan la cisterna Mora en el interior y el torreón Real.
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