La
ciudad
de Viana do Castelo se extiende por la ladera Sur del Monte de Santa
Luzía
hasta la ribera del río Lima muy próxima al estuario, es un lugar
poblado desde la prehistoria que con el tiempo se transformó en una
aldea de pescadores.
Durante
el
siglo XVI con la mejora de las técnicas de navegación, las
embarcaciones portuguesas alcanzaron Terranova y se pudo establecer un
intenso y lucrativo comercio con Brasil
que produjo un notable enriquecimiento de la población y también
propició la
construcción de numerosos palacetes renacentista y manuelinos, durante
el siglo XV se estableció en Viana una importante colonia de judíos
procedentes de Cataluña que contribuyeron al despegue comercial de la
villa.
En
la
actualidad, el casco histórico de Viana do Castelo es uno de los más
bonitos del Norte de Portugal y conserva una gran riqueza monumental en
su conjunto de
calles empedradas, idóneas para pasear tranquilamente.
El
núcleo más animado es la Praça da República, con algunos de los mejores
exponentes de la arquitectura portuguesa del siglo XVI, como la Casa da Cámara,
de estilo manuelino, que exhibe una galería de arcos ojivales y el escudo de la
ciudad, junto con una carabela que recuerda que varios marineros de la Villa
participaron los grandes descubrimientos de ultramar.
Entre
los edificios que rodean la plaza está la Casa de la Misericordia construida
en 1520 en la que destaca una puerta monumental y dos pisos con elegantes balcones con
barandillas apoyadas en cariátides, y también la casa de Sotomayor, decorada con
motivos renacentistas.
El
centro de la plaza está presidido por una gran fuente del siglo XVI con cuatro
caños, rematada por una esfera armilar, a su alrededor se extienden las terrazas
de los bares de la zona, que le dan bullicio y una nota de color a esta bonita plaza.
En
los alrededores de la plaza se encuentran otros edificios de interés, como la
Iglesia Matriz del siglo XV, con algunas influencias compostelanas.
Frente
a ella, hay una bonita fachada de estilo renacentista, y
en su lado Norte , la Casa dos Velhos, del siglo XVI que perteneció al
descubridor del Congo, João Velho.
Otra
escala que merece la pena el recorrido urbano es el Hospital Velho que
actualmente alberga la sede de la oficina turística regional y el palacio de
los Condes de Carreira, catalogado como uno de los más bellos de la ciudad y
transformado en sede del ayuntamiento.
En
este callejeo tampoco hay que pasar por alto el recorrido por las calles de Sao
Pedro y Cándido dos Reis, donde están algunas de las mejores casas
nobiliarias de la ciudad, y visitar el museo municipal, instalado en un palacio del siglo XVIII.
El
interior este palacio está recubierto por artesonado y paneles de
azulejos con temas de casas y escenas recogidas en todos los continentes. Hay piezas en el museo de gran interés, como lápidas funerarias, exvotos, muebles
indo-portugueses y sobre todo una espléndida colección de loza azul portuguesa
en los siglos XVII y XVIII
Fuera
del casco monumental, que estuvo amurallado en la antigüedad, está la avenida Luis de Camoes, separada del río por una bonita zona ajardinada,
así como el puente de Viana diseñado por Eiffel y construido en 1878
sustituyendo al anterior puente de madera.
A la
salida de la ensenada, antes de que el río se encuentre con el Atlántico se puede
ver el Castillo de Santiago da Barra, construido en tiempos de Felipe II para
defender el puerto de los frecuentes ataques de la piratería.
En
lo
alto del Monte de Santa Luzía, que desciende hacia la desembocadura del
río Lima, y guarda los restos de una citania prehistórica, se encuentra
la
basílica del mismo nombre cosntruida en estilo neobizantino a finales
del siglo
pasado y con ciertas influencias del Sacre Coeur de París.