Castelo Branco

Castelo Branco es una de las ciudades portuguesas más agradables desde la optica del urbanística. Su placidez, serenidad, amplitud, la frescura de los jardines del parque o los del Palacio Episcopal y los bien conservados barrios medievales la convierten en una ciudad muy característica.
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La presencia de los Templarios desde la Edad Media fue muy importante para el desarrollo del burgo. Estos contribuyeron a la construcción de una fortaleza asi como a la fundación de la localidad. Hasta el siglo XVI, la región no experimentó un progreso destacado, aunque la presencia de una comunidad judía con una fuerte actividad comercial trajo un cierto desarrollo.
Es digna de visita la Catedral, construida sobre la antigua iglesia de San Miguel (santo que figura en el frontón del edificio). El templo destaca por la escasez de decoración y por la rudeza de la piedra tallada. Es interesante subir por los callejones estrechos de la ciudad antigua, donde se descubren numerosos portales del siglo XV.
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 Foto: Bruno Cruz Photography
En la Rua da Misericórdia se encuentra la iglesia de la Misericórdia Velha, que data del siglo XVI y fue reconstruida un siglo después. Presenta una decoración típica del Renacimiento y del Barroco.
El altar de la capilla mayor de talla dorada data de la época de Don Juan I. 
Más allá de la antigua muralla de la ciudad, encontramos las ruinas del castillo, de las cuales quedan las murallas y una torre del antiguo palacio de los Comendadores, que formaba parte del sistema defensivo. Junto a las murallas se encuentra el Miradouro de Sao Gens, desde el cual se disfruta de la mejor vista de la ciudad. 
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 Foto: Bruno Cruz Photography
Otro monumento de interés en Castelo Branco es el convento e iglesia de Nossa Senhora da Graça. Su construcción es del siglo XVI, habiendo sido completamente reconstruido en el siglo XVIII. De la construcción original se conserva el portal manuelino de la iglesia, la cual fue construida en 1519, por disposición testamentaria de Rodrigo Rebelo, primer capitán de Goa.
Junto al convento se encuentran los emblemas de la ciudad: el Jardín y el Palacio del Episcopado, construidos por orden de Don Nuno de Noronha, entonces obispo de Guarda, para su residencia de invierno. Tanto el jardín como el palacio datan de finales del siglo XVI.
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El jardín es famoso por la refinada escultura de los arbustos, las escalinatas, los lagos, etc, todo con ornamentación de decenas de estatuas de granito que representan las virtudes cardenales y teológicas, los signos del zodíaco, los continentes y las estaciones del año, además de las representaciones de los apóstoles evangelistas y los reyes de Portugal. 
A pesar de las alteraciones que sufrió a lo largo de los años, es uno de los jardines más significativos del barroco portugués.
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Cada lunes se celebra un mercado en el Barrio do Cansado, donde también se realiza una Feria Franca anual el día 30 de agosto, centrada en la artesanía y en la agricultura. Durante los meses de junio y julio, las Festas de Verao animan el panorama de Castelo Branco. Esta hospitalaria ciudad cuenta con una tradición gastronómica notable, con sus empanadas de ternera, su cabrito y sus renombrados quesos de leche de oveja y de cabra.

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