Arqueologia, que ver en el Algarve
En lo que respecta a la arqueologÃa, la prolongada presencia romana en el Algarve dejó vestigios de considerable importancia. Como el caso del Cerro da Vila (Vilamoura), de Milreu (Estói) o de Abicada (Portimáo).
El centro arqueológico del Cerro da Vila está ubicado en la avenida del mismo nombre, cerca de la marina de Vilamoura. En las tierras fértiles del antiguo pantano, a menos de quinientos metros de la costa, se levantó una villa romana, convertida en el siglo III en fábrica de conservas de pescado, el garum, hecho a base de vÃsceras de pescado, moluscos y plantas del pantano.
Esta zona estuvo ocupada desde el siglo I hasta que llegaron los bárbaros" del norte de Europa en el siglo V. Los restos que pusieron al descubierto las excavaciones iniciadas en 1964 incluyen balnearios de aguas termales, estanques con sus respectivas canalizaciones para el pescado y mosaicos.
En 1930 fue descubierta otra villae romana de los siglos I y II cerca de Portimáo, en la Quinta da Abicada aqui también se construyeron tanques para la fabricación de conservas de pescado. Para llegar, debemos seguir la carretera nacional EN 125 de Faro a Portimáo y girar a la izquierda seis kilómetros antes de llegar a esta última , en dirección a Figueira. Atravesando la vÃa del tren y siguiendo un camino de tierra entre campos cultivados. Encontrará la villae frente a usted, junto a las orillas del rio Farelo y la Senhora do Verde.
El centro arqueológico de Milreu está en la carretera que va de Faro a Brás de Alportel, cerca de Estoi, es otra villae romana construida en los siglos I y II. Empezó como pequeña explotación agrÃcola y acabó transformada en una lujosa casa de campo. De la primitiva casa de labranza apenas queda nada.
Sin embargo, aún pueden verse restos del peristilo de la zona de recreo, con columnas de mármol blanco que rodeaban una piscina. La decoración, básicamente centrada en el agua, la encontramos también en las termas que se utilizaban para los baños de aguas frÃas, tibias o calientes.
En ese lugar fue construido en el siglo IV un santuario dedicado al culto del agua. Se trata del único ejemplar cubierto de la PenÃnsula Ibérica en el que se pueden admirar pequeños dibujos de peces y formas ovales de conchas. Posteriormente fue convertido en basÃlica paleocristiana y mezquita.
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